Intoxicación combinada por benzodiacepinas y fármacos hipotensores
(bloqueantes de los receptores de angiotensina II, antagonistas del calcio y
betabloqueantes) con evolución fatal
[Combined poisoning by benzodiazepines and hypotensive drugs (angiotensin
II receptor blockers, calcium antagonists, and beta-blockers) with fatal outcome]
Enrique Chicote-Álvarez,a* Natalia G.
Lizama-Gómez,b María Macías-Pascual,a Marlene
Feo-González,a Maite Arlabán Carpintero,a Helena
Camino-Ferróa
a Servicio de Medicina Intensiva. Hospital San Pedro, Logroño, La Rioja,
España
b Servicio de Farmacia Hospitalaria, Hospital San Pedro, Logroño, La
Rioja, España
* Correspondencia: chicotelogro@hotmail.com
Los autores no
declaran conflictos de intereses.
https://doi.org/10.64955/jratiy2025x902
Resumen
Las intoxicaciones por medicamentos, ya sean accidentales o con
intención suicida, son una causa frecuente de atención en Urgencias y en
Unidades de Cuidados Intensivos. Las benzodiacepinas son los fármacos más
comúnmente implicados, aunque otros como los antihipertensivos también pueden
provocar cuadros graves. En especial, las combinaciones de fármacos como
antagonistas del calcio, bloqueadores beta y ARA II dificultan el tratamiento
en casos de sobredosis.
Se presenta el caso de una mujer de 68 años con antecedentes de
depresión e hipertensión arterial, tratada con varios psicofármacos y
antihipertensivos que desarrolló un shock refractario de manera rápida. Este
caso ilustra la gravedad de las intoxicaciones mixtas por psicofármacos e
hipotensores.
Palabras clave: intoxicación medicamentosa, fármacos
hipotensores, shock.
Abstract
Drug intoxications, whether accidental or intentional (suicidal), are a
common cause of emergency department visits and admissions to intensive care
units. Benzodiazepines are the most frequently involved drugs, although others,
such as antihypertensive agents, can also lead to severe clinical
presentations. In particular, combinations of drugs such as calcium channel
blockers, beta-blockers, and angiotensin II receptor antagonists (ARBs) pose
therapeutic challenges in overdose scenarios.
We present the case of a 68-year-old woman with a history of depression
and arterial hypertension, treated with multiple psychotropic and
antihypertensive medications, who developed rapidly progressing refractory
shock. This case highlights the severity of mixed intoxications involving
psychotropic and antihypertensive drugs.
Keywords: drug intoxication, antihypertensive
agents, shock.
Las intoxicaciones medicamentosas (accidentales o con ideación autolítica)
son una causa frecuente de consulta en los Servicios de Urgencias hospitalarios
y de ingreso en las Unidades de Cuidados Intensivos.1 Los casos de intoxicaciones medicamentosas
que, con más frecuencia, son atendidos en los Servicios de Urgencias se deben a
las benzodiacepinas.2,3 Sin embargo, ocurren intoxicaciones
muy graves por otros fármacos, aunque su incidencia es menor que las producidas
por las benzodiacepinas.1,2 Algunos de ellos son los fármacos
antihipertensivos. Estos medicamentos, en muchas ocasiones, se utilizan en
combinación, porque estas asociaciones son útiles a la hora de tratar la
hipertensión arterial al usar distintos mecanismos de acción.4 No obstante, estas combinaciones pueden
dificultar el manejo de una sobredosificación, se han descrito casos
especialmente graves con la combinación de bloqueantes de los receptores de
angiotensina II (ARA II) y antagonistas del calcio.4,5
Presentamos a una paciente con una
intoxicación combinada por benzodiacepinas y fármacos hipotensores (ARA II),
antagonistas del calcio y betabloqueantes, que tuvo una evolución fatal.
Caso clínico
Mujer de 68 años con antecedentes
personales de síndrome depresivo que recibía tratamiento con escitalopram 20
mg, risperidona 3 mg, lamotrigina 100 mg y alprazolam 1 mg. También tenía
hipertensión arterial tratada con tres fármacos: amlodipina 5 mg, valsartán 160
mg e hidroclorotiazida 12,5 mg.
La paciente es traída por el Servicio
de Emergencias Extrahospitalarias tras acudir al domicilio por un aviso de la
familia que la había encontrado poco reactiva. La mujer se había acostado unas
12 horas antes y estaba bien. A su lado, se encontraron varias cajas vacías de
escitalopram 20 mg y alprazolam 1 mg.
Los médicos del Servicio de Emergencias
Extrahospitalarias constataron una disminución del nivel de conciencia, estupor
y bradipsiquia, bradicardia sinusal en torno a 54 lat./min y presión arterial
80/40 mmHg. Iniciaron la fluidoterapia y la perfusión de flumazenilo, lo que
mejoró el nivel de conciencia. Fue trasladada al Servicio de Urgencias. Al
llegar, el nivel de conciencia seguía siendo fluctuante, tenía bradicardia e
hipotensión arterial. Se extrajeron muestras para análisis de laboratorio y se
realizó una tomografía computarizada de cráneo, que no mostró alteraciones.
Tenía una insuficiencia respiratoria hipoxémica que requirió una mascarilla
reservorio con saturaciones del 87% y pO2 en gasometría arterial de 58 mmHg. Se
tomaron muestras de sangre para análisis de urgencia (Figura). El análisis
toxicológico arrojó un resultado positivo para benzodiacepinas.

Figura. Evolución electrocardiográfica. Primer ECG donde se objetiva ritmo sinusal y posteriormente evolución con un bloqueo de rama derecha.
Se revisó el tratamiento crónico y,
ante la toma de amlodipina 5 mg y valsartán 160 mg, se sospechó una sobredosis
de ambos fármacos. La familia refirió que, en el domicilio, también había
comprimidos de atenolol 10 mg y que había podido tomar unos 7 comprimidos de este
fármaco, pero no pudieron precisar la cantidad ingerida de amlodipina y
valsartán.
Ante la gravedad de la ingestión, la
hipotensión y la bradicardia, se decidió su ingreso en la Unidad de Cuidados
Intensivos.
Allí su estado general era malo, con
deterioro del nivel de conciencia (puntaje en la Escala de Coma de Glasgow 7),
por lo que se procedió a la intubación orotraqueal y la conexión a la
ventilación mecánica. Tenía hipotensión arterial marcada (50/60 mmHg) y una
frecuencia cardíaca de 50 lat./min, en ritmo sinusal. Ante la sospecha de
intoxicación por betabloqueantes, inhibidores de la enzima convertidora de
angiotensina y ARA II, se continuó la fluidoterapia intensiva y se inició la
perfusión continua de noradrenalina (en ascenso) hasta 1,5 µg/kg/minuto. Se
procedió a administrar glucagón por vía intravenosa (5 mg y luego 10 mg) sin
mejoría, bicarbonato 1 M (200 ml), gluconato cálcico por vía intravenosa, a
altas dosis, e insulinoterapia. Se extrajeron muestras para análisis (Tabla) y
se tomó una radiografía de tórax que no reveló cuadros agudos. En un
ecocardiograma de urgencia, se detectó una función biventricular en el límite
normal, sin valvulopatías significativas ni alteraciones segmentarias.
Tabla
Evolución analítica durante el ingreso
|
Parámetro |
Ingreso |
+2.5 horas |
+3 horas |
+5 horas |
+6 horas |
|
pH |
7,25 |
7,24 |
7,22 |
7,23 |
7,23 |
|
pCO2 (a) (mmHg) |
|
50 |
46 |
|
32 |
|
pO2 (a) (mmHg) |
|
58 |
51 |
|
65 |
|
HCO3 (mmol/l) |
18 |
21 |
19 |
|
13 |
|
Exceso de bases (mmol/l) |
-8,5 |
-6 |
-8,7 |
|
-13 |
|
Saturación venosa central |
|
52 |
|
|
|
|
Lactato (mg/dl) |
20 |
16 |
25 |
68 |
78 |
|
Calcio iónico |
|
4,6 |
4,9 |
4,3 |
4,4 |
|
Calcio sérico (mg/dl) |
7,2 |
|
|
|
|
|
Troponina (ng/l) |
16,6 |
|
|
|
|
|
Glucosa (mg/dl) |
135 |
193 |
350 |
220 |
180 |
|
Urea (mg/dl) |
26 |
34 |
|
|
|
|
Creatinina (mg/dl) |
1,76 |
2,31 |
|
|
|
|
Sodio (mmol/l) |
138 |
137 |
|
135 |
131 |
|
Potasio (mmol/l) |
3,3 |
4,2 |
|
4 |
5,3 |
|
Cloro (mmol/l) |
106 |
104 |
|
|
|
|
LDH (U/l) |
|
169 |
|
|
|
|
Creatincinasa (U/l) |
|
2201 |
|
|
|
|
GOT (U/l) |
18 |
33 |
|
|
|
|
GPT (U/l) |
20 |
24 |
|
|
|
|
Bilirrubina total (mg/dl) |
0,2 |
0,2 |
|
|
|
|
Hemoglobina (g/dl) |
10,9 |
10,7 |
|
10,3 |
|
|
Plaquetas/µl |
211.000 |
185.000 |
|
|
|
|
Leucocitos/µl |
6400 |
10.600 |
|
|
|
|
Tiempo de protrombina (%) |
88 |
100 |
|
|
|
LDH = lactato deshidrogenasa; GOT = transaminasa glutámico oxalacética; GPT = transaminasa glutámico pirúvica.
La evolución fue tórpida, por lo que se inició la perfusión de adrenalina,
sin respuesta de la presión arterial ni de la frecuencia cardíaca (subida
progresiva de la dosis hasta 0,16 µg/kg/min). A pesar de las medidas, la
frecuencia cardíaca y la presión arterial empeoraron, la paciente entró en
shock que no respondió a las medidas adoptadas. Se observaron cambios
electrocardiográficos con aparición de un bloqueo de rama derecha en un primer
momento y un bloqueo auriculoventricular completo con ritmo a 30 lat./min y un
complejo QRS ancho sin respuesta a las dosis de atropina (Figura). Dada la
extrema gravedad de la situación, se intentó la estimulación con marcapasos
transcutáneo a 120 mA, pero no se logró un pulso efectivo. Se decidió colocar
un marcapasos endocavitario con lo que no se obtuvo una estimulación efectiva.
La evolución fue rápidamente progresiva con mayor grado de bloqueo e
hipotensión profunda. La paciente falleció a las 6 h del ingreso en la Unidad
de Cuidados Intensivos.
Discusión
El valsartán es un fármaco ampliamente
utilizado para tratar la hipertensión arterial. Actúa bloqueando el efecto de
la angiotensina II provocando vasodilatación y caída de la presión arterial, y
el efecto depende de la dosis.6 Su semivida de eliminación es de
5-9 h y se elimina, en gran medida, por las heces, no es dializable. Dentro de
los fármacos antagonistas del calcio, la amlodipina es uno de los más usados,
porque se administra una vez al día, sus efectos son duraderos y tiene poco
efecto negativo sobre el inotropismo.7 Actúa inhibiendo el flujo del
calcio en el músculo liso y produce vasodilatación por la liberación de óxido
nítrico.4 Se absorbe lentamente, alcanza concentraciones
máximas en 6-12 h y su semivida plasmática varía entre 35 y 50 h, no es
dializable.4
Respecto a los betabloqueantes, desde
su invención hace más de 50 años, son uno de los fármacos más utilizados en
múltiples escenarios clínicos (cardiopatía isquémica, hipertensión arterial,
glaucoma, hipertiroidismo).8 Producen un efecto inotrópico y cronotrópico
cardíaco negativo, ya que, al bloquear el receptor beta, se impide que los
iones de calcio unan a la troponina C permitiendo, en última instancia, que
ocurra la contracción muscular.8,9 Por tanto, la vía final común de los
betabloqueantes y los antagonistas del calcio será el calcio.
Es importante comprender el mecanismo
de acción de estos fármacos, ya que la intoxicación por los antihipertensivos
utilizados en nuestro caso generará una disminución del nivel de cronotropismo
e inotropismo cardíaco que se manifiesta como hipotensión, bradicardia, bloqueo
de la conducción auriculoventricular y vasodilatación periférica.4,5,7,9 La sobredosis de antagonistas de
ARA II puede producir taquicardia refleja a la vasodilatación,4,7 pero, en el caso de sobredosis
combinada con antagonistas del calcio y betabloqueantes, la manifestación puede
ser bradicardia grave.9
En cuanto al manejo de las
intoxicaciones por estos fármacos, en primer lugar, se debe seguir el esquema
ABCDE, sobre todo, en pacientes graves o críticos.5,10 Se debe asegurar la vía aérea y
evaluar el estado circulatorio y el nivel de conciencia.10 Se desestimaron las técnicas de
descontaminación digestiva y el uso de carbón activado para evitar la absorción
del tóxico, debido el prolongado lapso temporal entre la ingesta de los
fármacos y la atención.11
Considerando los tóxicos, su manejo y
su tratamiento específico (antídotos), la principal medida y común a estos
fármacos es la fluidoterapia intravenosa ante la presencia de shock.4,9 Esta fluidoterapia debe controlarse de manera continua y, en función de
la respuesta obtenida, es cada vez más fuerte la evidencia que orienta hacia
reanimaciones hídricas restrictivas para tratar de evitar efectos adversos
asociados a la sobrecarga hídrica, como el edema pulmonar.9
Los fármacos ingeridos
(betabloqueantes, antagonistas del calcio y ARA-II) producen shock por
vasodilatación, por lo que se debe instaurar, de forma temprana, un soporte
vasopresor e inotrópico.5 Si la bradicardia se mantiene, la
administración de isoprenalina podría jugar un papel en estos pacientes.
En nuestro caso, se inició la perfusión
de noradrenalina y adrenalina sin que se llegara a administrar dobutamina por
la buena función cardíaca evaluada por ecografía. En estas situaciones, es
frecuente la aparición de disfunción cardíaca en el ecocardiograma. Ante un
shock resistente, se podría considerar un sistema de monitorización avanzada,
como termodilución transpulmonar, pero siempre se debe individualizar cada
caso.
Respecto a otras medidas adoptadas en
el manejo de estas intoxicaciones, el uso de glucagón es una de las estrategias
más frecuentes, si bien no debe ser considerado como única terapia, sino que
debe formar parte de una estrategia terapéutica más global.9 La dosis de glucagón es de un bolo inicial de
0,05 mg/kg en 1 min y, si no hay respuesta, un bolo de 10 mg por vía
intravenosa. Si el efecto es beneficioso, se continúa con una perfusión de 2-5
mg/h de glucagón en suero glucosado al 5%. La infusión de calcio es muy
importante para pacientes con intoxicaciones por antagonistas del calcio y
betabloqueantes, ya que este ion es la vía común de estos fármacos y el aumento
del calcio extracelular puede tener un efecto sobre los receptores y aumentar
la entrada de este ion en la célula.5,9 Una opción de administración de calcio es el
gluconato de calcio (94 mg de calcio/ml), 5-10 ml por vía intravenosa, en unos
15 minutos. Puede repetirse dosis hasta 60 ml en la primera hora.10
Otra medida adoptada que ha surgido en
los últimos años para tratar las intoxicaciones por antagonistas del calcio y
betabloqueantes es la terapia con insulina intravenosa para lograr una
hiperinsulinemia euglucémica.5 Esta medida podría ofrecer
beneficios, porque se ha observado, en estos pacientes, una disminución de la
producción de insulina y un aumento de la resistencia a ésta en el miocardio,
por lo que el tratamiento con insulina exógena permitiría el paso de la glucosa
hacia el interior de la célula y el mejor aprovechamiento de ésta por parte del
miocardiocito.9
Otras medidas que pueden adoptarse ante
una intoxicación por betabloqueantes son las emulsiones lipídicas (bolo inicial
de 1,5 ml/kg, se puede continuar con una infusión a una dosis de 0,25
ml/kg/min, por 60 min). Si persiste la inestabilidad hemodinámica, se puede
repetir el bolo o aumentar la infusión, colocar un marcapasos transcutáneo (si
hay bloqueos auriculoventriculares avanzados), indicar inotrópicos,
dispositivos de asistencia extracorpórea o azul de metileno.9 En nuestro caso, se trató de estimular
externamente con marcapasos transcutáneo y endocavitario, sin éxito. Se
administró atropina por vía intravenosa, una de las medidas más usadas ante
bradiarritmias. Sin embargo, en este caso, su uso suele ser ineficaz y tiene un
efecto breve y transitorio.9 Si hay respuesta al marcapasos
provisional (transcutáneo o endovenoso), se debe esperar a la hora de
considerar el implante de marcapasos definitivo, porque, en muchas ocasiones,
se recupera el ritmo propio del paciente tras el tratamiento de la
intoxicación.
Estos fármacos no son dializables5 por lo que no se planteó el uso de terapias de
depuración extrarrenal. Hay que tener en cuenta que, dentro de los
betabloqueantes, hay algún tipo que es hidrosoluble, con escasa unión a
proteínas plasmáticas y con un volumen de distribución pequeño, como el
nadolol, que sí podrían ser tributarias de hemodiálisis. Por tanto, es una
terapia que se debe valorar siempre en un paciente intoxicado e individualizar.
Conclusiones
Las intoxicaciones severas por estos
fármacos son poco frecuentes. Sin embargo, pueden ser muy graves; por lo tanto,
es importante conocer el manejo inicial de estos pacientes para instaurar
medidas de manera precoz y efectiva. También debido a esta mortalidad, se debe
hacer hincapié en tener un alto índice de sospecha y ser muy agresivo en el
tratamiento inicial y en las medidas de soporte hemodinámico.
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