Abstract
Conocí a Daniel el 2 de mayo de 1975, día que comenzó nuestra residencia de Clínica Médica en el Hospital Fernández. Ambos éramos exalumnos del Nacional Buenos Aires y con nuestra personalidad obsesiva y competitiva emprendimos una carrera que nos apasionaba. Tuvimos excelentes compañeros y creció entre nosotros una afinidad y una amistad que se preservó durante casi 40 años.
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